Es muy común en el pregrado y, más aún, en el posgrado, enfrentarse a ese momento en que es necesario escribir un texto científico, ya sea un artículo corto para presentar en congresos, simposios o para publicar en revistas, o un texto más robusto, monografía o tesis. Sabemos lo difícil que puede ser este momento, ya que, sin tener la culpa, muchos de los jóvenes entramos en la universidad sin estar preparados para escribir un texto que no tenemos ni idea de cómo debe estar estructurado.
A menudo, la falta de una orientación docente adecuada hace que el proceso sea mucho más complicado, sobre todo cuando se combina con la dificultad de leer los textos básicos, la presión por producir un buen trabajo y los requisitos académicos que debemos cumplir, como la elección de un tema y un objeto de investigación relevante, el uso de una metodología adecuada y la presentación de resultados coherentes, además de la normalización del texto. Todas estas preocupaciones juntas hacen de la escritura un trabajo hercúleo.
El plagio en los trabajos académicos
En cuanto a las exigencias académicas, destaca el tema del plagio. Muchos profesores, nada más solicitar su primer trabajo o incluso el primer día de clase, hablan del tema. Sin embargo, rara vez definen con precisión qué es el plagio para la academia y cómo evitarlo. Sabemos, básicamente, que se trata de presentar un texto que, de hecho, no es suyo como si lo fuera. Es citar partes de un texto sin referenciarlo, como es preceptivo:
- Las citas directas deben ir con una sangría de 4 cm, justificadas y, entre paréntesis, se debe especificar el nombre del autor, el año de publicación del texto y la página de la que se ha tomado;
- Las citas indirectas (paráfrasis) deben ir con el nombre del autor y la fecha de publicación entre paréntesis; todas las citas deben estar referenciadas en la bibliografía.
Pero, ¿son estas normas y prescripciones capaces de evitar que se produzca el plagio? Ciertamente, no. Por eso, existe la herramienta de paráfrasis para reescribir el texto.
